A medida que Bitcoin ha venido celebrando un nuevo año de vida, también ha captado la atención de diversos gobiernos del mundo. Muchos incluso, dejan claro que no se sienten cómodos con la aceptación y popularidad que ha despertado la reina de las criptomonedas entre sus fronteras.
Pero, los gobiernos acostumbrados a tener control sobre todas las cosas, es posible que estén incómodos porque no pueden controlar a Bitcoin. Recordemos que la creación de Satoshi Nakamoto fue desarrollada con el propósito principal de ser descentralizada y distribuida. Dos cualidades particularmente importantes para muchas personas que hoy prefieren a Bitcoin por encima de todos los métodos de pago que existen.
Debido a que está descentralizado, Bitcoin no tiene alrededor ninguna entidad controladora. El control de Bitcoin es compartido por varias entidades independientes de todo el mundo. Esto hace que sea casi imposible que una sola instancia obtenga el control total de la red. No se puede controlar y no se puede manipular como les gustaría a los gobiernos.
De hecho, actualmente Bitcoin se está convirtiendo en un símbolo que acompaña a los disidentes. Sin duda, otro elemento que está incomodando a los gobiernos. Un ejemplo de lo que representa la criptomoneda pionera para quienes protestan en contra de los Estados, es la Coalición Feminista, una organización de activistas nigerianas, que se moviliza para aceptar donaciones en bitcoins como parte del movimiento #EndSARS dedicado a combatir la brutalidad policial en Nigeria.
Este grupo de mujeres recientemente informó que su cuenta bancaria fue cerrada, después que, con el objetivo de recibir donativos, publicaron un enlace del procesador de pagos centralizado de esa nación. Fue entonces cuando decidieron manejar sus fondos en Bitcoin.
Con sus fondos administrados con la pionera de las criptomonedas, la Coalición Feminista no solo se libera de la censura de los procesadores de pagos que están arraigados en las estructuras de poder tradicionales, sino que también ayudan a los donantes a decidir el nivel de privacidad que necesitan para hacer donaciones a una causa que podría estar mal vista oficialmente.
Debido a su distribución, Bitcoin existe simultáneamente en múltiples ubicaciones. El libro mayor con transacciones se puede encontrar en todo el mundo. Esto hace que sea muy difícil para los reguladores hacer cumplir las medidas transfronterizas. La conclusión es que un gobierno u otro tercero técnicamente no puede allanar una oficina y cerrar todo. Tampoco podrá dirigirse a un director general o director para interrumpir el proyecto. Esta característica es especial en Bitcoin.
Otro ejemplo de lo que Bitcoin puede hacer en beneficio de las sociedades que buscan operar bajo gobiernos represivos, es lo que sucede con Hong Kong Free Press, una organización de medios que tiene apoyo y perspectivas a favor de la democracia en Hong Kong. Ellos también decidieron administrar sus fondos en Bitcoin desde que comenzaron a notar que les están limitando el acceso a los recursos financieros necesarios para operar y en esa misma medida sus donantes corren el riesgo de ser perseguidos por las autoridades locales.
Ahora cuando los ciudadanos se están apoderando más de las criptomonedas, el gobierno está comenzando a intervenir.
En conclusión ¿Los gobiernos podrán controlar a Bitcoin? En resumen: ¡no! Sin embargo, han venido haciendo grandes esfuerzos por lograrlo, pero se sabe que será un esfuerzo tremendo por parte de cualquier gobierno desarraigar por completo una red descentralizada como Bitcoin.
Composición gráfica: Oliver Vizcaíno
